Adrián López Ortiz
12/01/2017 - 12:00 am
Coparmex “pinta su raya” con Peña
Decirle que no a un Presidente no es fácil. Mucho menos en México, dónde estamos acostumbrados a la genuflexión ante el poder, la hipocresía y la quedadera de bien. Nomás porque es más bonito. He estado muchas veces en la antesala de una reunión con el Gobernador, el Alcalde o el Diputado, escuchando a empresarios […]
Decirle que no a un Presidente no es fácil. Mucho menos en México, dónde estamos acostumbrados a la genuflexión ante el poder, la hipocresía y la quedadera de bien. Nomás porque es más bonito.
He estado muchas veces en la antesala de una reunión con el Gobernador, el Alcalde o el Diputado, escuchando a empresarios y periodistas mentar madres y quejarse de la situación, para que una vez en la sala, se desvivan en elogios y felicitaciones con el poderoso. Lo he visto con grandotes y chiquitos. Y más triste, con gente que en la vida real es más poderosa e influyente que el político que tienen enfrente. Pero algo sucede que nos achicamos. De verdad no lo entiendo.
Por eso la importancia del liderazgo auténtico en momentos en que la confianza se desmorona. Me refiero al caso de la valiente y responsable negativa que hizo Coparmex, vía su Presidente Gustavo de Hoyos, a firmar el pacto al que llamó Enrique Peña Nieto con el sector empresarial.
La Coparmex puso el dedo en la llaga: no estamos para mentiras ni improvisaciones. Ya no.
Con el rotundo “NO” al Presidente, la Coparmex nos recordó una cosa a todos los mexicanos: fijar postura en medio de una crisis de credibilidad como la actual, no es solo necesario, sino que es una obligación ética.
Todos sabemos que no va a pasar nada con el pacto que propone Presidencia. Es imposible esperar que algo cambie cuando lo que vemos es fruto de la ocurrencia, el control de daños mediático y la urgencia por salir del paso ante las protestas y la indignación ciudadana.
Pero una cosa es saberlo y otra cosa salir a denunciarlo. Pues eso hizo la Coparmex: señaló la improvisación y además hizo una contrapropuesta informada y sensata. “Afán de protagonismo” dirán los detractores. No lo creo, desde el plantón en el Ángel de la Independencia, la Confederación lleva ya cierto tiempo mostrando que de verdad aspira a ser la conciencia del empresariado mexicano.
No así el resto de organizaciones que suscribieron el pacto. Con su complicidad, perdieron una oportunidad valiosísima de recordarle a sus representados de qué lado están.
Volvieron a jugar de comparsa con un Presidente desprestigiado y marcado por la corrupción. La excusa es la misma de siempre: “hay que construir”. Sí, pero para construir hay que discutir, discrepar, trabajar sobre la base de la certeza y la ética. Y no viene siendo así con este gobierno. Hay momentos en que de verdad se vale levantarse de la mesa. Shame on you Juan Pablo Castañón.
Una queja común desde la sociedad civil es que faltan liderazgos. En muchos casos es verdad, pero hay ocasiones también en que ciertos liderazgos valiosos surgen pero los que no están a la altura son sus seguidores. Cuando levantan la mano, los dejamos solos.
Solemos esconder en la crítica y la descalificación nuestra cobardía para secundar causas e iniciativas valientes. Es normal, frente al poder y sus tentáculos, nos da miedito. “Qué más quisiera” –me dijo un empresario alguna vez- “… pero es que está cabrón atravesarse”. Coincido, pero a la larga sale más caro quedarse quieto.
Dice Daren Acemoglu que un requisito fundamental para que los países cambien de fondo, es que sus élites decidan dejar de ser un obstáculo.
Bien por la Coparmex que pone el ejemplo y fija postura. Bien que no se presta a la simulación. Enhorabuena porque México necesita empresarios
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